DEBILIDADES DE LA OPOSICIÓN

Por Fernando Vegas T.

Es notable la debilidad de la oposición y, en consecuencia, la incapacidad de combatir de manera efectiva a la dictadura. En esta entrega procuramos resaltar las causas que permiten concluir en tal afirmación.

La primera y, probablemente la principal razón, es el personalismo, una desviación del legítimo amor propio y del orgullo por sentirse útil a la sociedad. Querer ser siempre el primero sin importar cómo hacerlo, sin fair play, sentirse ungido de dioses, hechiceros o brujas, ocurre a menudo entre los venezolanos. Todos hemos escuchado o leído frases tales como “Dios tiene predestinado a fulano para grandes cosas” o “zutano llegará donde quiera porque nació enmantillado”. Psicólogos y Psiquiatras hablan de la personalidad Narcisista, nombre tomado de Narciso, el vanidoso personaje griego que quedó  absorto mirando su belleza reflejada en el agua del estanque. Pensamos que todos, en mayor o menor grado, somos narcisistas. No obstante, los políticos suelen serlo sobradamente por la estatura de sus egos.

Nuestra historia patria está llena de personalismo. Entre 1830, fecha de la disolución de la Gran Colombia, y 1900, transcurren 70 años de la República de Venezuela con golpes de estado, dictaduras, una cruenta y larga guerra federal, demagogia, nepotismo, corrupción, desorden administrativo cruel represión, ataques a las instituciones. Fueron años aciagos los  transcurridos durante las tres presidencias de los Monagas, tal vez solo superados por la Guerra Federal que dejó cientos de miles de óbitos. En casi todos los episodios políticos de estos 70 años, el personalismo fue la principal característica de sus protagonistas. Sin negar los avances en la modernización de la nación que trajo el largo ejercicio del poder de Antonio Guzmán Blanco, ya directamente como presidente o por interpuesta persona, el personalismo fue el sello que  blasonó  su acción. Es una pesada herencia que arrastramos.

Consecuencia del personalismo es el divisionismo. Los egos chocan y hacen chispas dentro de los partidos que se parten en trozos que siguen a uno o varios líderes. De Copei nace Primero Justicia y de éste Voluntad Popular. De AD brota Un Nuevo Tiempo. De Causa R emana PPT. Y de todos los nombrados encontramos a sus disidentes en Vente Venezuela.

La ausencia de crítica y autocrítica es otra inmensa debilidad. Después de años de lucha con dos momentos estelares de éxito comicial: la derrota del gobierno de Chávez con el primer referéndum sobre la reforma constitucional (2007) y la contundente victoria parlamentaria de DIC2015 contra Maduro, la oposición continuó repitiendo las consignas según las cuales el gobierno ganaba gracias a un CNE oficialista y a elecciones arregladas desde la misma Smartmatic, sólo que eso no explicaba las dos aludidas victorias de la oposición. Más aun, el 5 de enero de 2016, en su discurso inaugural, el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, actuando como vocero de la oposición, dijo que dentro de seis meses buscarían una vía para cambiar el gobierno de Maduro. De manera que se planteó la separación de la vía electoral con las secuencias establecidas en la Constitución para en seis meses asumir el gobierno. Lo que casaba con la cantinela del perpetuo robo electoral del gobierno y borró lo que estaba de bulto ante los ojos de todos, la sensacional derrota que le acababan de propinar al dictador. Fue un discurso delirante sobre un apabullante triunfo que no ocasionó crítica alguna dentro de la oposición. No recuerdo haber leído o escuchado a nadie hablar de concentrase en hacer oposición institucional y prepararse para las elecciones de gobernadores, para luego llegar a las elecciones presidenciales el 2018. No fue así, entonces la competencia entre los egos se puso de manifiesto para demostrar quién era más radical.

El gobierno cerró filas, se despojó de toda formalidad legal republicana y puso a funcionar el aparato institucional judicial y las fuerzas militares y de seguridad a su favor. Se prometió a sí mismo –ahora si- no perder más nunca una elección* dedicándose con tal ahínco a controlar las mesas en los comicios y no dejarse tumbar que desterró en el olvido sus tareas de gobernanza. Fue así que dio paso a sus cuadros más atrasados y menos preparados pero rudos para el combate, para que tomasen posiciones de gobierno. Muy pronto observamos como la realidad se movía de regular a malo y de malo a peor, en una síntesis del deterioro acumulado de corrupción, pésimas decisiones y mala administración de los servicios y la cosa pública en general y, en particular, de PDVSA y las industrias básicas de Guayana, todo lo cual derivó en la enorme crisis que arruinó al país y puso a la ciudadanía a sufrir muchas dificultades por la inflación galopante, salarios ínfimos, fallas generalizadas del servicio eléctrico, escaso suministro de gas doméstico, insuficiencia de los servicios de salud, graves problemas del sistema educativo público en todos los niveles, inseguridad jurídica, represión policial y militar.

Resumiendo, este gobierno tocó fondo porque además de las circunstancias supra descritas, carece de suficientes ingresos para atender debidamente los servicios públicos o invertir en la reactivación de la industria petrolera y las industrias básicas del hierro y aluminio de Guayana. Tampoco tiene acceso al crédito internacional y sus aliados, Rusia y China, no parecen estar en disposición de darlo. El Ejecutivo apenas tiene ingresos por las aduanas, la venta del oro y del coltán y algo de petróleo, cifras enanas que nada tienen que ver con los 3,3 millones de B/D que solíamos producir.

Queremos decir con esto que en nuestro país, ahora sí, tenemos condiciones objetivas para una insurrección popular, pero –nos preguntamos- ¿por qué no sucede? Para nosotros, la respuesta está en las condiciones de debilidad de la actual oposición. Es una entidad dividida en pequeñas partes encuadradas en mini partidos cuyos líderes compiten entre sí y repiten casi el mismo discurso. Su ambición y propensión anti empática entre sí,  incluso le permitió al gobierno cooptar a sectores suyos para sus políticas, tanto así que a pesar del magro resultado que obtuvieron en las gobierneras elecciones parlamentarias del 6DIC, se plantean participar en las próximas de alcaldes y gobernadores.  Por ninguna parte se asoma una conferencia o congreso  opositor en el que en lugar de dedicarse a rivalizar por ver quién habla peor del gobierno y con más virulencia,  se analice con sinceridad la conducta que vienen desarrollando desde 1998 para acá. Esto debe suceder para poder rectificar y trazar una política justa y realizable.

Es que la oposición no ha podido ni siquiera desarrollar una política solidaria con los presos militares que están en cautiverio precisamente por llevarle la contraria a Maduro y resultar acusados por éste de conspiración e instigación a la rebelión. Y, nos preguntamos, es que no hay razones suficientes para darles apoyo humanitario y de simpatía. El silencio de la oposición sobre este particular es contradictorio con su discurso que busca fracturar el apoyo de las FANB al gobierno.

En el frente externo, en cambio, la oposición exhibe fortalezas. En los organismos multilaterales, los EEUU,  la Unión Europea y en más 50 países hay respaldo para los sectores políticos democráticos de Venezuela frente a la dictadura de Nicolás Maduro.

Por cierto, aquí también tenemos palabras críticas porque la miopía opositora no ve más allá del círculo actual de países aliados que –dicho sea de paso- muchos fueron captados por los EEUU. Para explicar nuestra crítica, nos preguntamos por qué no se hace un esfuerzo para llevar la narrativa de lo que sucede en Venezuela a países africanos y otros, cuyos votos en la ONU ayudan a la causa Madurista gracias a la diplomacia cubana que avala con su franquicia revolucionaria a este desastre de gobierno que no es revolucionario ni socialistas y mucho menos democrático.  Nos encanta viajar a Nueva York, Madrid o Bogotá pero no vamos a Nairobi, Dar es Salam, Accra o Ciudad del Cabo.

Vale la pena detenernos un poco aquí, para especular sobre lo que parece ser la política que se propone desarrollar la administración del presidente Biden y la Unión Europea, desplegando acciones diplomáticas no sólo en los organismos multilaterales sino directamente con Rusia, China y Cuba para negociar asuntos que involucren intereses geopolíticos.

Aquí podría residir la clave para sentar a Maduro a negociar seriamente una solución que necesariamente debe recaer en una convocatoria a elecciones presidenciales libres y con observación internacional, lo que conduciría a la salida del gobierno de manera ordenada, pacífica y democrática.

Volviendo al tema del frente interno. Hay que enfatizar que para avanzar ya con la presión nacional para llevar al régimen a aceptar la convocatoria a elecciones presidenciales libres,  conjuntamente con la gestión diplomática de la comunidad internacional, será necesario la unidad superior de los venezolanos para la reconstrucción del país acogidos en un pacto que nos lleve a todos a colaborar 1) con el objeto de enfrentar eficazmente a la dictadura dentro del territorio patrio, y 2) con el posterior gobierno de reconstrucción del país.

La convocatoria a la unidad debe ser amplia e incluyente de todos los que disienten y combaten a la dictadura sin discriminación alguna de la forma de pensamiento político, sólo las limitaciones de carácter ético resultarán aplicables para negar el reclutamiento y aceptación de apoyos. Es esta definición la que da carácter superior a la unidad.

Ccs. 2/3/2021

*Tenemos bastante certeza de que hasta las elecciones de diciembre de 2015, el gobierno practicaba un ventajismo abrumador en los comicios pero no cometía fraude generalizado en las mesas de votación. El ventajismo debe ser interrumpido de inmediato por el ente (CNE) que dirige y administra el proceso electoral de oficio o a instancia de parte. Es muy difícil –casi imposible- el control posterior del daño que ocasiona el ventajismo por parte de la justicia electoral porque no es cuantificable en votos. Veamos un ejemplo: El Juez electoral tiene un universo grande establecido en la ley para ejercer su jurisdicción sobre el proceso electoral, la convocatoria, condiciones de los candidatos, cumplimientos de los lapsos, etcétera, pero lo fundamental para detectar el fraude en el acto de votación es el  examen una presunta implantación o sustracción de votos, y para ello revisa actas, cuadernos electorales y otros medios probatorios para determinar si hubo votos fraudulentos y si la cantidad influyó en el resultado. Por ejemplo, si aprecia que hay 20 votos en exceso de la cantidad de votantes de la mesa electoral y la diferencia entre quien ganó y quien llegó en segundo lugar es de 12 votos, se anula el resultado de la mesa, pero si la diferencia es superior y quien ganó lo hizo por 35 votos, entonces se subsana el vicio y confirma el resultado.