“LA REVOLUCIÓN EN LLAMAS “

Por: Pedro Pablo Alcántara

Como todo trastorno significante, las Revoluciones son sinónimos de violencia y por tanto su imagen se asocia a destrucción, saqueos y llamas .Así se presentaron el 4 de febrero del 92 y su lenguaje de fuego, vomitado contra instalaciones civiles y militares, incluyó un magnicidio frustrado contra el presidente de la época en Miraflores y la residencia oficial de La Casona, donde su esposa doña Blanca de Pérez y sus nietos estaban alojados. Derrotada la insurgencia, el lenguaje belicoso prometía continuar en delito contra la sociedad y sus instituciones y desde Yare, el cabecilla continuaba en sedición. No le aceptaron al presidente Caldera el ofrecimiento de un indulto y exigió el sobreseimiento de su causa. Así entre amenazas lograron quedar eximidos de delitos y responsabilidades. En la calle ofrecieron “freír cabezas” de sus adversarios y reiteraron que tomarían el poder por las “buenas o por las malas “.De modo que era guerra avisada. Obligaron a la CSJ de la época a torcer la constitución del 61 y así se llegó a la “constituyente “. Aprobada con la abstención del 32 por ciento de abstención y el voto negativo del treinta y un por ciento de los votantes. Ya electo a la presidencia señaló que juraba sobre una “constitución moribunda “. Luego se hizo reelegir por seis años de un nuevo periodo. Y obtuvo “ leyes habilitantes” que le permitieron desaplicar derechos constitucionales y legales. Allí se puso en marcha el conflicto contra el resto de la sociedad en su guerra particular contra todos. La administración fue sacudida por denuncias de corrupción “militar-cívico “ y llegó la “operación Nerón “. Es decir fuego contra los archivos de las entidades públicas. El primer incendio fue en el MInfra de Parque Central. No hay responsables. Siguió El CNE en fila de mariches, el Saren en Petare y esta semana en los pisos 7,8,9 y 10 donde se encuentran las direcciones de Finanzas y personal del Ministerio de Educación. Será casualidad, quizás coincidencia o accidente? No sabemos. Pero la tesis de “saboteo” argumentada por un organismo militar de investigación, no tiene asidero. El acceso a esas instalaciones es rigurosamente controlado y los sistemas de extinción de incendios deberían estar operativos, si es que se cumple la ley. Exigimos una investigación rigurosa del caso. Sobre Nerón nada más diremos. Excepto que en este régimen tiró a un lado su Lira y la sustituyó por una tea incendiaria que no sólo destruyó documentos, sino que la humareda esconde muy efectivamente a los culpables!